Las historias tienen un principio y un final, y esta locura policial, judicial, para mi, aun, no ha terminado. Cuando intentan destrozarte la vida, unos infelices, hay que denunciarlo.
En el a 1993 me detuvieron y querían que les dijera donde estaba "enterrada" la farmaceutica de Olot. Yo no tenía zorra idea idea de que iba la historia porque, nunca he cometido delito alguno. Sin embargo, el Teniente Coronel (en aquella época. Ahora es un general retirado de la Guardia Civil), el jefe de la UCO, Antonio Carrascosa Carrascosa y el teniente Fustel, se cebaron conmigo y durante las 72 horas legales, que disponen para reventar a los detenidos, me machacaron vivo e intentaron provocarme un infarto y matarme. Es la verdad y la verdad es lo único que prevalece y perdura... en el tiempo. (Para su desgracia).
El 25 de mayo de 1994 el juez, Ramon Maciá, archivó la denuncia. (Ni tan siquiera se molestó en hablar, personalmente, conmigo). Alegando, el, ¿impartidor de justicia? Que solo eran "imaginaciones del procesado". Yo. Y que lo que intentaba era: "crearme una defensa". Manda huevos.
Y viva la dictadura judicial.
Si estas injusticias no trascienden, y la ciudadanía no se entera, se continuaran repitiendo y eso, precisamente, es lo que quiero evitar.
De todas formas la dictadura del "poder" es indestructible. Durante 11 años negaron lo evidente: mi propia inocencia y se quedaron tan anchos. Y me parece que los métodos continúan inalterables.
El hecho de que el Conseller de Interior, Felip Puig, "negando" lo evidente: el pelotazo, a la señora Quintana, que le destrozó el ojo, lo demuestra.
Malditos monstruos que, a día de hoy, aun me persiguen.
Están convencidos de que pueden hacer lo que les salga de los huevos, con toda la impunidad del mundo, están convencidos de que los ciudadanos.... somos gilipollas.
Para saber más: www.elsecuestrodeolot.com
Alucinante
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